domingo, 30 de diciembre de 2007

Un año más con saldo a favor.

Hace un año escribí una serie de 4 entradas en este blog donde contaba lo afortunado que era pues estaba iniciando el 2007 con un saldo a favor. Durante cuatro capítulos enlisté las razones por las que, tan agradecido, afirmaba este hecho, pues tenía motivos de sobra para así hacerlo.
Y este año, una vez más, lo puedo a agradecer así. Recuerdo incluso, hace poco, decirle a alguien: “Es que cada año es mejor” y así ha sido en verdad. No solo porque la suerte me ha sonreído, como muchos podrían pensar, sino porque yo también le sonrío a ella.

¿A qué me refiero con esto?
A que he aprendido a ser profundamente agradecido con la vida y dar gracias día a día por todas las bendiciones que he recibido. Y sí, dentro de ellas cuento también a los retos grandes y pequeños que he tenido que enfrentar, pues cada uno de ellos, por difíciles que hayan sido han resultado, siempre y sin falta, ser una lección de vida que me ayuda a prepararme mejor.

Aquellos que me conocen en lo personal saben que efectivamente soy muy afortunado, pero los que me conocen aún mejor, saben también que, al igual que todos, he tenido que enfrentar momentos realmente difíciles en el pasado. Pero gracias a Dios, a la vida, al universo y esas mismas personas que están y han estado conmigo, logré superar los días de niebla para descubrir que no había más que luz tras aprender la lección.

Se que retos habrán muchos aún, pues es parte de la evolución normal de la vida, pero se también se que siempre habrán más razones para decir, siempre de corazón: “Gracias vida por dejarme vivirte así de feliz”.

Así pues hoy llega el último día del año y una vez más puedo afirmar que comienzo ya el 2008 con un gran saldo a favor.

Un saldo a favor porque:
  • Mi familia y yo estamos sanos y fuertes; llenos de energía, salud y bienestar.
  • Estamos por recibir la llegada de la más bella (después de su mamá claro) niña que jamás haya llegado nuestras vidas. (papá cuervo ¿qué esperaban?).
  • Tenemos un hogar lleno de luz y de amor, repleto de abundancia y de prosperidad.
  • Tanto mi esposa como yo, aún contamos con la luz de nuestros padres con quienes podemos todavía compartir nuestros días. Y por si fuera poco también tenemos hermanos, hermanas, tíos y tías, sobrinos y sobrinas y amigos y amigas con quienes compartir también.
  • Ambos, tenemos unos empleos increíbles, donde podemos trabajar haciendo lo que mejor sabemos y más disfrutamos hacer. Y además, tenemos la oportunidad de colaborar con otros proyectos, escribiendo, entrenando, asesorando y ayudando a otros también.

Así que díganme sino tengo razón en que tengo un gran saldo a favor.

Ahora bien, a pesar de que dicen por ahí que solo cuando enfrentamos grandes dificultades y momentos difíciles es cuando aprendemos y crecemos, yo creo que también de los buenos tiempos podemos aprender.
Estoy convencido de que no es necesario esperar a caer en la enfermedad para apreciar tu salud, ni perder a un ser querido para darte cuenta de cuanto lo quieres o peor aún de todo lo que te falto decirle mientras lo tenías contigo, o quedarte sin empleo para valorar el trabajo que tenías.
Hoy se que todos los días son el mejor día para dar gracias y apreciar todo y a todos a tu alrededor y se también que no basta con decir gracias (eso lo puede decir cualquiera de dientes para afuera, aunque también es un buen inicio: comiencen todos los días dando gracias, aun si lo sienten falso, y verán que al cabo de unos días lo dirán ya con sinceridad), sino que hay que actuar agradecido también, y hoy comprendo que puedo hacer un mejor trabajo para demostrar mi agradecimiento, así que este año pienso hacer un mejor uso de mi saldo a favor:

  • Cuidando más a mi cuerpo y mi salud, y la de mi familia.
  • Siendo más cariñoso y comprensivo con mi esposa (¡sí más aún!).
  • Siendo el mejor padre (aunque primerizo) que pueda ser: amoroso, dedicado, paciente, consentidor en todo momento, más estricto cuando se requiera.
  • Trabajando con mayor empeño y pasión.
  • Compartiendo más tiempo con mis padres, mis hermanos, mis amigos y mi familia en general.
  • Procurando siempre que en mi hogar haya luz y amor y abriéndole las puertas a la abundancia y la prosperidad.
  • Compartiendo esa abundancia con los demás.
  • Deseándoles a todos la mejor de la suerte.
  • Y siempre, día con día y en todo momento, agradecer a la vida todas las bendiciones que nos da y decirle de nuevo: “Gracias vida por dejarme vivirte así de feliz”.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Navidad y la diversidad.

Pues sí, ha llegado ese momento del año esperado por muchos y rechazado por otros.
La época del año que calificamos como la temporada de dar amor y afecto, de regalos y reuniones familiares, de depresiones y nostalgia, de amigos y colaboradores, de fiestas y posadas, de vacaciones y descanso.

¿Pero y que hay del significado religioso de la Navidad? ¿Qué acaso se han olvidado de la celebración del nacimiento de Jesús?
Bueno pues de ese significado, justo de ese no voy a hablar hoy. Seguramente ya hay muchos que están escribiendo sobre lo importante que es recordar que Jesús vino a este mundo a morir por nosotros y nuestra salvación. Tantos que no tiene caso escribir más de eso.

Aunque antes de continuar sí quiero aclarar que soy Católico y que, aunque no practico activa y tradicionalmente mi religión, si creo firmemente en Dios y en Jesús y en la Virgen María, pero sobre todo, creo en tener una vida espiritual rica y diversa que te ayude a crecer como ser.

Y es precisamente por eso que decidí tocar este tema en esta ocasión: Diversidad.

¿Por qué es que si uno de los valores que tanto predica el catolicismo es el del respeto de otras religiones y creencias, el nacimiento de Jesucristo es celebrado en tantos lugares, incluso con vacaciones oficiales, mientras que las fechas claves de otras religiones son totalmente ignoradas?

Debo confesar que yo tampoco le habría dedicado ni dos minutos de pensamiento a este cuestionamiento de no haberme topado con una de las entradas del Blog de Penélope Trunk hace unos días. En el, Penélope habla sobre por que se impone la celebración de la Navidad a las personas que ejercen una religión diferente.

Lo que me llevó a pensar sobre la situación: Supongamos que fuera yo Hindú o practicara el Hinduísmo. ¿Por qué habría de tomarme 2 o 3 días de vacaciones oficiales en Diciembre, si para mi lo importante es celebrar en Noviembre el Festival de las Luces de DEEPAVALI (o DIWALI dependiendo de la región)? Y sin embargo los Hindis que viven en México no tienen derecho a tomarse el día, más que a cuenta de sus vacaciones para celebrar lo que para ellos es un festejo tan importante o más que el de la Navidad.

Lo mismo sucede con los Buddistas. El nacimiento de Budda se celebra en Abril 8 de acuerdo al calendario Lunar o en Mayo siguiendo el calendario Solar, y hasta donde yo se ninguno de esos dos días son oficiales para que quienes ejercen esta religión puedan realizar sus festejos con la misma tranquilidad y tiempo que tenemos los Católicos y los Cristianos.
O con los judíos en YomKipur, quienes a pesar de sí tomarse el tiempo para celebrar y hacer honor a sus tradiciones religiosas, igual lo tienen que hacer a cuentas de sus vacaciones personales.

No pretendo crear ninguna polémica alrededor del festejo de la Navidad, al contrario, estoy ansioso por sentarme a la mesa en la Cena de esta celebración y disfrutar de la plática, de los amigos y de la familia. Yo soy, al fin y al cabo, un gran fanático de la Navidad y todo su sentido religioso y por que no, también del comercial, me encantan los villancicos, los árboles navideños y Frosty the snowma es una canción que traigo pegada casi todo el año.

Mi intención es solo honrar el nacimiento de Jesús, notando que existen otras celebraciones tan importantes como esta en otras religiones y honrar a aquellos amigos míos que las practican. Tan solo espero algún día poder compartir su celebración sentado a la mesa a su lado.

Pero mientras tanto: Felíz Navidad.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Mi mudanza y el halcón de Gengis Jan

Este fin de semana nos mudamos de casa.

Para aquellos que lo han hecho en el pasado, no les sonará nada extraño que les diga lo pesado que fue. Extenuante diría yo.
Y no solo el día preciso del cambio de casa, el cual por cierto fue una locura pues los amigos del servicio de mudanzas, a pesar de todo los profesional que dijeron ser, se les ocurrió llegar con una pequeña camioneta y solo 3 cargadores, lo que resultó en tener que realizar 3 viajes para poder transportar todos nuestros muebles hasta nuestro nuevo hogar.
Pero bueno esa no es la historia que hoy quise compartirles, sino otra muy diferente.
Resulta que una noche antes del gran día de cambios, aún faltaba por lo menos una tercera parte de las cosas por empacar. Mi cansancio era evidente y mi fastidio mucho más. Y como en toda situación difícil en la que adoptas una actitud tan equivocada como lo estaba siendo la mía, las cosas tienden a empeorar: se acabaron las cajas que habíamos comprado para empacar, eran las 6:45 de la tarde en un viernes de quincena (para los que no son de aquí, un viernes de quincena es un día muy esperado y a la vez muy temido por todos los que vivimos en la Ciudad de México, pues es día de paga y si cae en viernes, quiere decir que el ya habitual e imposible tráfico de la ciudad, será mucho peor) y yo tenía que salir a comprar más cajas, llegué a la tienda y la dueña (una señora hosca, de edad avanzada y para nada agraciada por el rostro dulce de una tierna abuelita) prácticamente me cerró la puerta en la cara diciendo que los viernes cerraban a las 7.
Aquellos que me conocen bien estarán riéndose a carcajadas de mi, pues se estarán imaginando el coraje y berrinche que estaba haciendo… y sí mis queridos amigos, caí una vez más víctima del síndrome del Pato Donald.

Más tarde esa noche, después de haber ido a cenar fuera con mi esposa y de haber entendido que lo que faltaba de empacar de todas maneras se iría con nosotros, me senté a leer un pasaje del nuevo libro de memorias de Paulo Coelho, titulado: Ser como el río que fluye, que me hizo reflexionar mucho a cerca de los graves errores que podemos hacer al actuar con enojo.
En este, Coelho narraba la historia que un grupo de cazadores en Kazajstán compartieron con el. He aquí mi versión resumida de la misma (espero hacerle justicia):

En alguna ocasión el famoso guerrero Mongol Gengis Jan, salió de cacería junto con su grupo de seguidores, todos portaban arcos, flechas y lanzas, excepto el, que traía consigo a su halcón favorito, pues consideraba que con la vista e instinto que el ave tenía, sería mucho más efectivo que el mejor de los arqueros del grupo. Pero al final de día regresó frustrado y con las manos vacías. Decepcionado se alejó un poco del grupo para sacudir su enojo mientras caminaba. Entonces llegó a un pequeño riachuelo por el que corría un pequeño hilo de agua; sediento tomo la copa de plata con la que siempre cargaba y comenzó a llenarla, solo que cuando estaba a punto de completarla su halcón le atacó provocándole tirar la copa. Enojado levantó la copa, la sacudió y la volvió a llenar, pero el ave, antes de que el fundador del imperio Mongol pudiera beber, le volvió a tirar de la mano la plateada copa. Así que ya muy enojado, mientras se disponía a llenar su copa por tercera ocasión, con el agua que parecía ir acabándose, colocó su espada al lado y mientras la llenaba con las últimas gotas que por ahí caían, mantuvo un ojo vigilante en el halcón, de modo que cuando este de acercó de nuevo tirándole la copa por una vez más, él, con su sable, lo atravesó justo por el centro del pecho.
Realmente enojado porque ya no caían más gotas de agua, pero decidido a beber aunque fuese tan solo un trago, escalo las rocas por las que había descendido el riachuelo, en busca de la fuente de este, y al llegar ahí encontró flotando muerta dentro del estanque una de las víboras más venenosas de la región y tan solo un trago de esa agua hubiera bastado para que no estuviéramos leyendo este relato ahora.
Entonces Jan regreso a su campamento con su inerte halcón en los brazos. Mando a hacer una reproducción del ave en oro y en una de las alas grabó: “Aún cuando un amigo hace algo que no te gusta, este sigue siendo tu amigo”. Y en la otra: “Cualquier acción motivada por la furia es una acción condenada al fracaso”.

Por supuesto mi actitud al día siguiente para la mudanza fue muy diferente y en lugar de sentirme afectado y malhumorado por esta, decidí divertirme, pasármela bien y disfrutar del día, después de todo no todos los días tienes la oportunidad de cambiar de casa y volver a empezar.

domingo, 9 de diciembre de 2007

1 metro

¿Qué es un metro para ti? ¿100 centímetros, un paso, una cita puntual a ciertas horas del día, una medida, un espacio, 39.37 pulgadas, un nada?
¿Cuántos minutos al día le dedicas a pensar en un metro? Sin duda deben ser muchísimos, tantos que en tu mente no debe caber mucho más contenido que metros y metros de pensamiento. ¿Cuántos metros posees como tesoro, cuántos has conquistado y cuantos te han arrebatado?


Seguramente un metro debe de ser algo muy preciado. Algo hasta místico quizás, capaz de convertir a cualquiera en el rey o la reina del universo (porque, por lo que he visto, un metro no distingue géneros). O si no seguramente provocará una sensación orgásmica y placentera o talvez incluso provea a su poseedor del secreto mágico para obtener felicidad y vida eterna.

¿Que no? ¿Entonces por qué todos los días cientos de miles de personas tan solo llegadas las 6 de la tarde se lanzan ferozmente a la calle transformando sus coches en verdaderos tanques de guerra con los que competirán a sangre por el metro de enfrente?
¿Qué es lo que pasa con la gente cuando conduce en el tráfico y comienza a aventar su auto contra otros para no dejarlos pasar ni un metro, aún cuando ellos mismos saben que tampoco ellos van a poder avanzar?

Es como si perdieran por completo el uso de la razón y cedieran su habilidad de manejar al señor Hyde que al parecer todos llevan dentro, arriesgando no solo la integridad de sus autos, sino sus vidas y las de los demás.


Tan solo el otros día venía yo manejando a las 7:30 pm, entrando al entronque de Viaducto y Periférico, justo en el punto en que tres carriles (uno inexistente pero inventado forzadamente a la mala por los GRANDISIMOS GANDALLAS que pasan por ahí), se convierten en los dos que sí están muy bien marcados; cuando me toco ver como uno de estos GRANDISIMOS GANDALLAS en un destartalado y en muy mal estado Nissan Tsuru trataba de ganarle el metro sagrado a una camioneta X-terra que bien venía alineada en el carril correcto. Entonces, la bestia (por falta de un mejor adjetivo) que “manejaba” el Tsuru en su ridícula insistencia de avanzar y colarse en un espacio que simplemente no existía, golpeó el lado derecho la camioneta aquella, dejando colgado su propio espejo lateral izquierdo.
“Entonces desistió” pensaría cualquiera. ¡Pero no! El loco visiblemente enfurecido trato de cerrarle el paso al vehículo utilitario, terminando de arrancar por completo lo que le quedaba de espejo.
“Ahora sí, ahí le paro” estarán pensando. Pues no. En ese momento el engorilado conductor sacó medio cuerpo por la ventana de su pequeño y “Des-pejado” automóvil para comenzar a golpear, al mejor estilo de “manitas calientes” la puerta y el cristal de la X-terra, mientras que el chofer de esta continuaba avanzando lentamente por su carril, al son de la cantaleta de insultos que el soberano idiota del Tsuru dejó de gritar una vez que satisfecho con su salvajez se colgó del espejo de la camioneta hasta arrancarlo también.

¿Y qué hacía toda la gente que pasaba por ahí? Lamentablemente nada. Bueno sí algo, ver el show de medio tiempo del viaducto, cortesía de un implacable campeón de la lucha por un metro más.

Me pregunto que hubiese pasado si el conductor de la X-Terra hubiera traído consigo una pistola o un arma con que defenderse o peor aún, que habría pasado si el de la pistola hubiese sido el gorila del Tsuru.
¿De verdad las personas que vivimos en esta ciudad estamos tan enfermos por ganar un metro más? ¿Estamos realmente concientes de lo que ponemos en juego en nuestro ridículo afán de pasar primero que los demás?

¿En verdad te interesa tanto ganar un metro más? Demuéstralo. No con actos de vandalismo e incivilidad, sino con acciones a favor de los demás.
¿Por qué no en lugar de empujar tu auto contra el de los demás, usas esa energía para saltar un metro más y abrirle la puerta a las personas que vienen saliendo del restaurante al que tu vas a entrar, o por qué no detenerte un metro atrás del cruce peatonal en lugar de sobre de el, como todos los hacen habitualmente y así dejar cruzar la calle a los transeúntes con mayor libertad, o por qué no parar y ceder el paso a al conductor de al lado que solo quiere cruzar?

¿No sería más fácil si así todos nos dejáramos pasar?

domingo, 2 de diciembre de 2007

33 razones para dar gracias.

  1. Porque empiezo cada día a tu lado.
  2. Porque puedo abrazarte cuanto quiero.
  3. Porque hemos formado un hogar lleno de luz y de amor.
  4. Porque estas sana y llena de energía.
  5. Por tu sonrisa que me ilumina todos los días.
  6. Porque tengo la fortuna, como pocos, de conocerte prácticamente toda mi vida.
  7. Por tus lecciones.
  8. Porque me haces querer ser una mejor persona.
  9. Por la beba hermosa, sana y adorada que estamos esperando.
  10. Por la familia que hemos formado.
  11. Porque todas las noches, antes de dormir, puedo besarte.
  12. Porque comparto mi vida con mi mejor amiga.
  13. Porque mi mejor amiga es mi pareja, mi novia, mi amante, mi esposa, mi compañera.
  14. Porque me has enseñado a comer mejor y ser más sano.
  15. Porque a veces en las madrugadas me despiertas y me haces sonreír.
  16. Porque siempre ayudas a la gente.
  17. Porque tratas a todos con amor y consideración.
  18. Porque juntos hemos construido una vida llena de abundancia y prosperidad.
  19. Porque disfruto cada segundo de tu compañía.
  20. Porque llevamos casi 10 años juntos, caminando de la mano.
  21. Por como me inspiras.
  22. Por tus ojos profundos, sinceros y llenos de amor.
  23. Porque me haces sentir como un niño otra vez.
  24. Porque a tu lado puedo ser yo sin pretensiones ni apariencias.
  25. Por todas las llamadas por teléfono que nos hacemos al día, como si aún fuéramos novios de tan solo un mes.
  26. Porque me has enseñado a disfrutar de cada momento.
  27. Por tus caricias por la mañana.
  28. Por todo el amor que me das.
  29. Por todas las experiencias y lecciones que hemos compartido.
  30. Porque me he casado con mi amiga de la infancia.
  31. Por la huella que imprimes en todo lo que haces.
  32. Por como bailas cuando estás contenta, llenando de luz todo el lugar.
  33. Porque hoy cumples 33 años y una vez más estoy a tu lado para celebrarlo.

    Gracias, mi amor.

Nota importante.

Los comentarios, reflexiones y recomendaciones aquí plasmadas son mi opinión personal, y no necesariamente reflejan la opinión de mi empleador.