Todos, no importa nuestra condición o posición dentro de una organización tenemos la obligación, como seres humanos, de convertirnos en un líder.
Esta anécdota, sucedió la semana pasada cuando un directivo se reunía con su equipo de trabajo para compartir información importante con ellos y aprovechar para escucharlos también.
Idea importante: Date siempre el tiempo de escuchar con detenimiento a tus colaboradores y amigos. Se que nuestras agendas siempre están retacadas de pendientes urgentes, pero pocas cosas valen tanto la pena como invertir tiempo para conocer y comprender los puntos de vista de las personas con quien compartes tus días.
En esta reunión el ejecutivo tuvo oportunidad de escuchar todas aquellas cosas que le aquejaban o frustraban a cada miembro del equipo. Uno a uno, cada integrante del grupo fue exponiendo sus molestias: “No tengo tiempo para hacer todo mi trabajo”, “Me pasan la información tarde y mal”, “No me dan el brief correcto”, “Creativo no me entrega a tiempo”, “Los clientes no nos entienden”, “Critican mi trabajo y no lo defienden”.
Todos dejaron ver sus malestares, pero nadie, ni una sola persona habló sobre soluciones. Nadie propuso ideas sobre como mejorar su situación, y mucho menos nadie aceptó su responsabilidad ante las situaciones que exponían.
Terminaban sus recuentos dirigiendo su mirada al director del grupo, como si el, como un viejo mago Merlín tuviera bajo sus mangas un abanico de soluciones místicas que pondrían fin a sus quejares.
Entonces, el solicitado “productor de milagros” tomó aquella enorme pila de argumentos, quejas y cargas emocionales que había recibido de sus compañeros y una a una…
…las fue devolviendo a sus procreadores y les dijo:
“Entiendo, comprendo y empatízo con cada una de las situaciones que presentan, sé como se sienten. En verdad lo sé, pero ¿Y qué están haciendo para cambiar eso? ¿Por qué nadie ha asumido su responsabilidad en todo esto y detecta qué es lo que tienen que hacer por su parte para que las cosas cambien? Díganme: Qué están haciendo hoy para ayudar a construirse una mejor situación?.”
¿Por qué será que la gente tiende a dejar el destino de su vida en manos de otro? ¿Por qué somos incapaces de aceptar que cada uno de nosotros somos responsables de nuestras acciones o falta de estas y en su lugar volteamos a ver al jefe o director del grupo para ver si este quiere convertirse en el “director” de nuestros actos para así poder decir “no fue mi culpa sino la de mi jefe”?
No me mal entiendan, no estoy diciendo para nada que la cabeza de un grupo deba desentenderse de la dirección del mismo. Para nada quiero decir esto, al contrario es por algo que está en esa posición, pero aunque parte de su responsabilidad es buscar la alineación del grupo y el bien estar del mismo, él o ella deben ser un facilitador y no el único ejecutor.
Entendámoslo de una vez por todas, no importa el lugar que ocupemos dentro del organigrama, ni el título escrito en nuestra tarjeta de presentación, o el tamaño o ubicación de nuestra oficina. TODOS SOMOS Y DEBEMOS ACTUAR COMO VERDADEROS LÍDERES.
Como dice Robin Sharma: “Tú eres el presidente ejecutivo de tus funciones”.
Me parece que fue un profesor de Stanford que dijo: “El verdadero liderazgo no es cuestión de prestigio, poder o estatus. Es cuestión de responsabilidad”.
Tal vez algunos al leer esto piensen algo así como “Si claro, dirás lo que quieras pero en la empresa donde laboro, los directores ni siquiera saben quien soy”. Y así quieran excusarse para permitirse pensar que lo que hacen no tiene consecuencias y no afecta ni favorece a quienes los rodean, pero no podrían estar más alejados de la realidad.
Comprendan ya: toda acción tiene una reacción y actúa como un gatillo liberando una serie de eventos que pueden beneficiar o afectar en mucho a muy distintas personas.
¿No me creen? Quizá Anita Rodick, fundadora de The Body Shop, lo haya explicado mucho mejor cuando dijo: “Si crees que eres demasiado insignificante para ejercer influencia, intenta irte a dormir con un mosquito en la habitación.”
Así que de la misma forma yo hoy les pregunto a ustedes: ¿Qué están haciendo hoy para hacer un mundo mejor, para construir una mejor vida para sus familias, para ustedes mismos y para su comunidad?
Como diría la Madre Teresa de Calcuta: “Si cada uno de nosotros barriera la puerta de su casa, este mundo sería un lugar limpio”.
domingo, 5 de agosto de 2007
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