domingo, 17 de junio de 2007

La retroalimentación es un regalo.

“La retroalimentación es un regalo” alguien me comentó la semana pasada.

Buena frase para ponerte a pensar un poco ¿no creen?

En el más estricto sentido de la palabra, la Teoría de la Comunicación llama retroalimentación al hecho de que cuando se transmite un mensaje, el receptor del mismo responda al emisor de modo que su respuesta constituya un nuevo mensaje, de retorno.
Por otro lado, algunas teorías sobre el aprendizaje califican a la retroalimentación como: “un elemento que se utiliza constantemente en la comunicación y que puede favorecer u obstaculizar el aprendizaje”.

¿Por qué entonces deberíamos considerarla como un gran regalo?

La retroalimentación para efectos prácticos, consiste en la información que se proporciona a otra persona sobre su desempeño con intención de ayudarle a reforzar sus fortalezas y superar sus áreas de oportunidad.

La retroalimentación la podemos recibir no solo de nuestros jefes sino de nuestros amigos, de nuestros familiares y de nuestros colaboradores. Vaya hasta un perfecto extraño algún día podría acercarse a darnos algún consejo respecto a lo que estamos haciendo.

El problema con entender que es un regalo verán, se presenta en dos formas muy distintas:

Por un lado, usualmente no vemos con buenos ojos la información que recibimos cuando se trata de corregir o mejorar algo que estamos haciendo. Los miedos que se esconden tras nuestra cara de “yo todo lo se”, no nos permiten tomar los consejos que nos regalan, y nos llevan a sentirnos atacados y criticados. Nuestra fragilidad se hace evidente pues en lugar de escuchar lo que nos están diciendo y abrirnos a lo mucho o poco que eso nos puede ayudar, cerramos nuestros oídos y nos preparamos a responder con cualquier pretexto que explique por qué hemos hecho algo como lo hemos hecho.

El otro problema es todo lo contrario, en este caso nuestra inseguridad nos lleva a escondernos en la retroalimentación negativa, limitante y en ocasiones no tan bien intencionada o enfocada, a la que también estamos expuestos, y que nos dice que no podemos hacer algo porque no estamos preparados, ese mensaje que es una descalificación pero que nos ofrece un “refugio reconfortante” cuando nosotros mismos no nos creemos capaces de hacer algo que siempre hemos soñado pero a lo que jamás nos hemos atrevido.

Por eso hoy he aquí esta gran recomendación: Aprende ya a ver la retroalimentación como un regalo:
  1. No te niegues la oportunidad de escuchar el punto de vista de aquellas personas que sí quieren lo mejor para ti.

  2. Calla y escucha. No trates de responder y justificar. Absorbe y aprende.

  3. Como con cualquier regalo, toma de la retroalimentación que te den, lo que en verdad te va a servir a ser mejor. Lo demás considéralo parte de la envoltura.

La próxima vez que alguien se siente frente a ti para compartirte su punto de vista sobre tu desempeño, pon estos tres pasos en práctica y verás por fin el gran regalo que te están haciendo.


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Nota importante.

Los comentarios, reflexiones y recomendaciones aquí plasmadas son mi opinión personal, y no necesariamente reflejan la opinión de mi empleador.