Todos aquellos que de una u otra forma, para desempeñar su trabajo, tienen que tener contacto con un cliente, seguramente estarán muy familiarizados con este concepto. Desde que iniciamos nuestras carreras profesionales, incluso para muchos desde antes, nos enseñan a no decir que no se puede. El entrenamiento que nos dan, las lecciones diarias que obtenemos en nuestro trabajo, nos han grabado en nuestra mente ese decir que va: “No me digas que no se puede. Dime como sí se puede”.
Y así vamos, algunos en mayor medida que otros, a distancias inhóspitas con tal de hacer que sí se pueda.Trabajamos horas extras, a veces en los fines de semanas, dejamos de salir a comer, descuidamos a nuestra familia y por supuesto a nosotros mismos, con tal de que sí se pueda y al final de cuentas tratamos de entregar lo mejor que podemos a nuestros clientes para que vean que sí se pudo.
La pregunta entonces es: Si somos capaces de hacer todo esto para otros ¿por qué no podemos hacerlo para nosotros mismos?
¿Por qué nos empeñamos en ponernos límites y pensamos que lo que nosotros queremos no se puede? Nos decimos: ahora no puedo comprar mi coche, no puedo tomarme unas vacaciones, no puedo hacer tiempo para hacer ejercicio, cómo siempre como en la calle, no puedo comer sanamente, no puedo dedicarme a lo que me gusta hacer, no tengo tiempo para mi, no me dejan, no me alcanza, no puedo, no puedo, no puedo…
Mi respuesta es: entonces comencemos a vernos a nosotros mismos como si fuéramos nuestros clientes para que así sí podamos hacer que todas estas cosas sucedan.
Vaya ¿Por qué no poner a trabajar las cosas a nuestro favor y permitirnos saber que sí podemos tener, sí podemos hacer, sí podemos lograr todo lo que queremos?
Les aseguro que todas esas personas a quienes consideramos afortunados y exitosos lo hacen así. Saben, piensan y creen con absoluta fe que sí pueden hacer, tener y lograr todo lo que quieren. Saben que se lo merecen y lo agradecen con sinceridad.
Es muy simple en realidad. Todo lo que hay que hacer es definir que es lo que queremos, visualizarlo, pensarlo claramente y pedirlo con la seguridad que la vida nos lo dará.
¿Suena simplista? No lo es. Stephen Covey lo explica muy bien cuando dice: “Todo en nuestra vida es creado dos veces. Primero cuando lo pensamos y después cuando físicamente es manifestado”.
Así que pensemos bien las cosas que queremos.
Pero si esta explicación no les fuese suficiente, entonces les recomiendo estudiar más sobre “La ley de la atracción”.
Esta ley universal establece que, de acuerdo a las palabras de Bob Proctor (filósosfo, escritor y coach personal): “Todo lo que llega a tu vida es porque tú lo has atraído. Y los has atraído por las imágenes que tienes en tu mente. Es lo que piensas. Todo lo que piensas lo atraes”.
Ahora probablemente estén pensando algo así como “aja! Seguro… yo pido y nada más…y después sigo adelante en mi día como si nada y lo que pido me llegará…aja como no!”…
Pero no, en efecto pedirlo y pensarlo no basta. Definitivamente sí hay que hacer algo para que aquello que queremos llegue a nuestra vida. Y ese algo es creer que sí lo merecemos y comenzar a vivir como sí ya lo tuviéramos, como si tuviéramos el auto que queremos, o la casa de nuestros sueños.
Hacerlo es poner las cosas en orden para que lo que hemos creado en nuestra mente tenga lugar en nuestra vida.
Es decir, ¿como vamos a tener la casa de nuestros sueños si siempre estamos concentrándonos en quejarnos sobre la que actualmente tenemos?
Nuestras acciones tienen que ser congruentes con nuestros pensamientos y nuestros deseos.
Como dice Rhonda Byrne (Productora de la cinta The Secret y autora del libro del mismo título): “Las acciones son especialmente poderosas porque son pensamientos que nos han hecho actuar.”
Así que mi sugerencia es, hoy mismo párate frente al espejo, vete fijamente, asume ya que tú eres tu cliente más importante en la vida y deséate lo que más quieras para ti, piénsate y vete viviendo la vida que quieres y comienza a actuar desde ya de acuerdo a ese deseo y demuéstrate a ti mismo, como lo haces a tus otros cliente, como sí se puede.
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