domingo, 25 de febrero de 2007

Abriendo los ojos a las oportunidades de la vida.


¿Cuántas veces no hemos pensado qué haríamos o cómo seríamos si tan solo pudiéramos cambiar nuestra realidad?

¿En cuántas ocasiones hemos culpado a nuestro entorno por sentirnos de alguna manera y nos hemos tratado de engañar diciéndonos a nosotros mismos que seríamos muy diferentes si tuviéramos un trabajo distinto o si viviéramos en otro lugar, si fuéramos más delgados o si tuviéramos más tiempo o un mejor estado de salud?

Nos hacemos creer que el año próximo será mejor, que cuando encontremos otro trabajo seremos más felices, que ahora que tengamos más tiempo haremos ejercicio y pasaremos más tiempo con nuestros seres queridos, o que cuando nos sintamos más fuertes y sanos tomaremos cartas en ese asunto pendiente que nos hace sombra.

Y así dejamos que el tiempo pase y que la situación en que estamos, en el mejor de los casos se mantenga igual y, en el peor, que continúe complicándose gravemente. Y a pesar de esto no abrimos los ojos y seguimos apáticamente esperando nuestra oportunidad de oro para cambiar.

Y una cosa sí les aseguro, mientras esta sea su posición, esa oportunidad nunca llegará.

No es que sea yo pesimista, al contrario. Lo que sucede es que tenemos que darnos cuenta de que las oportunidades siempre están presentes, aún cuando nos empeñamos en no verlas.
Nos estacionamos en la situación en la que estamos y tratamos de aplicar las mismas soluciones que ya hemos intentado en el pasado y, claro, así no sucede nada… y entonces nos volvemos a cerrar, lamentándonos y no queriendo cambiar.

Y como decía Albert Einstein: “ No puedes pretender encontrar una solución a un problema haciendo lo mismo que hacías cuando lo creaste…si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.”

¿Lo ven? Solo tenemos que abrir los ojos, ver nuestra situación desde un ángulo distinto y ahí, en ese sutil cambio de actitud, estará pacientemente esperando la oportunidad.

Citando al escritor Francés Marcel Proust: “El verdadero viaje de descubrimiento no está en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos con que verlos:”

¿De acuerdo? Bien. Entonces la primera parte del cambio está resuelta.
Ya cambiamos nuestra visión y encontramos nuestra oportunidad. Ahora, HAY QUE ACTUAR.

Hay que tomar esa oportunidad y transformarla en ese cambio que buscamos. Y hay que hacerlo ¡YA!
No se puede esperar o de lo contrario me temo que por nuestra inacción, se desvanecerá.

Las oportunidades están siempre ahí pero hay que tener el valor de tomarlas y actuar.
No hacerlo sería como declararle al mundo que no somos responsables de nuestra propia vida. Rendirnos a ser llevados y traídos como una hoja de palma flotando a la deriva en el mar.Sería convertirnos en casualidad, cuando debemos ser causalidad.

Tenemos la obligación de tomar la responsabilidad de nuestra vida y no ser víctimas de nuestro contexto.

La responsabilidad sobre como decidimos vivir nuestra vida es un don que se nos da al nacer.
Claro, entiendo muy bien que no siempre nuestro contexto y nuestra realidad es la más favorable, pero aún así tenemos la responsabilidad de escoger como queremos ver nuestro momento:
Igual que siempre, para seguir lamentándonos ó usando nuestros nuevos ojos y tomar acción, de otro modo, la vida continuará actuando por nosotros.

En resumen:
OPORTUNIDAD = VISIÓN + RESPONSABILIDAD
+ ACCIÓN.

domingo, 18 de febrero de 2007

Una razón importante para continuar trabajando.

Tuve una junta muy desalentadora la semana pasada. En ella mi jefe me explicaba las malas noticias sobre la situación de la empresa que impedirán que en los próximos meses se hagan ajustes salariales, promociones, entrenamientos y reclutamiento de talento.

Cabe destacar que no es la primera ni la tercera vez incluso, que tenemos esta discusión, ni muchas otras en las que nuestros desacuerdos y diferencias de visión se hacen tan evidentes.

Verán ustedes: Resulta ser que a pesar del éxito que como unidad hemos tenido en mi equipo de trabajo durante los últimos 16 meses, aún cuando con recursos tan limitados hemos logrado salir adelante por encima de otras unidades que cuentan con muchas más recursos, no habrá ningún reconocimiento, ni un gesto que haga a la gente sentir que su trabajo y esfuerzo ha valido la pena.
“En Octubre pasado, cuando nos avisaron que no habrían revisiones de sueldos en noviembre, dadas las nuevas políticas del grupo, dijeron que esto tendría lugar en el mes de Mayo y la gente está ansiosa esperando el momento. Así que si ya saben que esto no va a ser así mas vale que desde ya den un aviso formal” Le insistía yo con preocupación.

Su repuesta: “Avísales tu, por eso tienes la posición que tienes…”

Podrán imaginarse mi sentir, y si se han visto en una situación similar, también estarán sintiendo mi frustración crecer.

Dado que no soy ni más sabio, ni más fuerte, ni mas iluminado que nadie de ustedes; sino talvez más confundido que un Mickey Mouse aprendiz de hechicero luchando contra escobas y trapeadores bailarines que intentan atraparlo en un río de agua y jabón; mi ánimo como es de suponerse, se fue al suelo en ese momento.
Por mi mente cruzaban mil y un pensamientos, por mí ser aún más emociones:
“¿Dónde estamos parados? ¿Vale la pena esforzarse tanto por una empresa que ni siquiera es mía y que por lo visto jamás me reconocerá mi dedicación? Pensé que aquí serían diferentes. A partir de hoy mi horario y nada más…”

¿Cuántas veces no han pensado ustedes lo mismo? Se que muchas pues varios lo han compartido conmigo en más de una ocasión.
¿Y saben? De primera impresión parecer ser un sentir correcto, pero nada podría estar más equivocado.

En realidad tenemos que entender que si bien, efectivamente, trabajamos a cambio de un sueldo, un sustento con el que hacemos frente a los gastos en que incurrimos para cubrir nuestras necesidades; también lo debemos de hacer para colaborar con nuestra comunidad.

¿O qué no es por esto que nos afiliamos a una empresa en primer lugar?

Verán, mi teoría parte de algo muy básico y nada extraño: Una empresa o compañía no es más que un grupo de personas que se juntan para trabajar en pro de un objetivo común. ¿Correcto?

Y si ese objetivo común lo desnudamos a su forma más elemental, veremos que, más allá de de vender y generar dinero, pero mucho, muchísimo más allá; la razón de ser de ese grupo de personas es ayudar a cubrir una necesidad real de la sociedad en que vivimos.

Así que visto de esta manera, cuando trabajamos para una “empresa” no solo deberíamos enfocarnos en qué recompensas obtendremos a cambio de nuestra labor. Y no estoy diciendo que esto no sea de suma importancia pues queda muy claro que necesitamos proveer a nuestras familias de pan, techo y que vestir. Pero lo que también deberíamos hacer es poner cuidadosa atención en preguntar CÓMO PODEMOS SERVIR.
Cómo nuestro trabajo diario ayudará e impactará la vida de los demás.

A veces algunas compañías tiene clara esta visión y la comparten eficientemente con sus miembros, como el ejemplo que usa Robin Sharma en su libro -Las 8 claves del liderazgo…- sobre como el presidente de Southwest Airlines, una famosa aerolínea de bajo costo del sur de los Estados Unidos, demostró a su equipo de colaboradores que al establecer sus bajas tarifas aéreas permitirían “volar regularmente a gente que jamás había podido permitirse ese lujo” y comprobó a su gente que su trabajo iba realmente a ayudar a que otros cumplieran sus sueños y vivieran mejor.

Pero aunque en la mayoría de las ocasiones el beneficio de contar con una visión tan clara no está ahí, esto tampoco debería ser un problema, pues está en cada unos de nosotros la capacidad de entender como a través de nuestro trabajo podemos servir. Como bien decía Gandhi: “Tú debes ser el cambio”.

Por ejemplo, yo como publicista manejo la cuenta de una conocida marca llamada Gerber. Si veo mi trabajo desde el típico punto de vista frívolo, característico de mi capitalista ocupación, me quedaría en que mi obligación es ayudar a que la marca se venda.
Pero si no limito mi visión y me pregunto realmente como es que eso aporta a la sociedad en que vivo, me puedo dar cuenta de que al hacer mi trabajo, estoy ayudando a acercar una opción más de alimento a los padres de familia que buscan complementar la nutrición de sus bebés. ¿Y qué labor más noble que la de dar de comer a un bebé?

Viéndolo así ¿no creen que vale la pena seguir trabajando?

Pero por si esto fuera poca razón para ustedes. Por si acaso este ejemplo lo sienten muy lejano, entonces pensemos en como nuestro trabajo ayuda a hacer más fácil la labor de nuestros compañeros, no del ente llamado “empresa” sino del grupo de gente que la forma. De esas personas con quienes convivimos día a día, con quienes por suerte o por elección, compartimos logros, penas y más logros.
Es también por ellos que no debemos flaquear y por quienes también nos debemos esforzar. Simplemente se los debemos.
Como sabiamente decía Albert Einstein: “Muchas veces me doy cuenta de que una gran parte de mi vida exterior e interior se basa en el trabajo de mis semejantes y entiendo cuanto debo esforzarme para devolver tanto como he recibido.”

Así que después de haber meditado tanto al respecto, he llegado a entender que ante una situación como la que comencé relatando, tenemos dos opciones:

Cerrarnos y envolvernos de una miopía egoísta y caer en el enfado sin querer trabajar más ó preguntarnos ¿Cómo puedo servir?

Yo hoy elijo buscar cómo voy a servir. ¿Ustedes?

domingo, 11 de febrero de 2007

You give a little love and it all comes back to you

Que buen mensaje!

Como muchos de ustedes deben saber es ya una tradición que año con año los más grandes anunciantes de la televisión produzcan versiones especiales de sus comerciales o incluso campañas totalmente nuevas e impactantes para lanzar en los espacios comerciales del Super Bowl.
Así que, como el buen publicista, vicioso de su trabajo que soy, no pude dejar la ocasión y me di a la tarea de buscar todos los anuncios que este año se transmitieron.

¡Que buenas piezas publicaron! Unas más divertidas que otras, muchas siguiendo el clásico formato de un comercial de televisión, algunas con clichés y estereotipos, otras aprovechando a los personajes que ya habían creado o a celebridades que, para ser muy franco, no venían mucho al caso.

Pero de todos los comerciales que se transmitieron solo hubo uno que captó mi atención absoluta y me hizo realmente pensar en el mensaje que enviaba.
Y que buen mensaje era: “You give a little love and it all comes back to you”
El nuevo comercial de TV de Coca Cola, en el que al mejor de los estilos de esta marca, aprovecharon muy bien la integración de un fuerte concepto, con una gráfica de alto impacto (en este caso basada en el video juego Grand Theft Auto) y una canción pegajosa, de letra sencilla y gran significado.

Los autores de este comercial se basaron en el personaje del video juego: un tipo violento que se dedica al robo de autos mientras que golpea a quien sea que se le ponga en el camino; y le dieron un giro de 180°, pues en esta versión de 20 segundos el sujeto, quien parece estar a punto de golpear a un conductor, le da una botella del azucarado líquido embotellado al tiempo que al fondo, sentado en la banqueta con el estuche de su guitarra frente a el, un músico callejero canta “you give a little love and it all comes back to you".
Y de ahí el personaje principal continúa su camino haciendo buenas obras a su paso, apagando incendios, rescatando el bolso de una anciana y contagiando a todo el que pasa a su lado de este sabia actitud.

Fuera del juego comercial que esto presenta, y de lo bien hecho que, como publicista, debo reconocer que está, creo que el valor real de este mensaje no esta en el producto sino en su significado: Dar amor siempre traerá consigo abrirse a recibir amor. Tener actos de bondad con otros siempre traerá bondad de regreso.
La vida, dios, el universo o como quieran llamarlo, es muy sabia y, como dicen por ahí: "es muy corta, te cobra y te paga”.

Y que cierto es esto. Y es que no es necesario estar en la búsqueda frenética de acumular bienes y beneficios para uno mismo. El objetivo de la vida no es este.
La razón de nuestro ser no es jalar y recoger, sino brindar ayuda y darnos a los demás.
Abrirnos de corazón y buscar hacer algo por los demás, no importa que tan pequeño o grande sea ese algo, lo importante es estar ahí para los demás.

Lo más curioso de esto es que si comienzan a hacer esto, desde el primer momento en que decidan hacer algo por los demás; y no me refiero a dejar sus vidas y dedicarse a convertirse en imitadores de la Madre Teresa de Calcuta; sino que hagan algo día a día por impactar la vida de quienes los rodean, una sonrisa incluso puede ser la mejor forma de ayudar; se darán cuenta que en efecto, todo viene de regreso.
Haces algo por alguien e inmediatamente tienes tu premio.

¿Y saben por qué? No porque se trate de una transacción entre actos de buena fe, sino porque al buscar ayudar a los demás te abres a recibir de los demás, abres tus ojos a otra realidad, en la que colaborar y aportar es la moneda en que mejor te puedes pagar.
Sino me creen ¿por qué no comienzan hoy mismo a probar? ¿por qué no sonreírle hoy a la primera persona que se cruce en su camino, o ser el primero en decir “buenos días” al subirse al ascensor, o invitarle su café al desconocido que está delante de ustedes en la fila de la cafetería, por ninguna aparente razón?

¿Raro? No lo creo. ¿Necesario? ¡DEFINITIVAMENTE!

Así que en lo que se deciden, los dejo con el spot de televisión. ¡Que lo disfruten!

lunes, 5 de febrero de 2007

El poder de saber preguntar.


Si pudieras hoy hacer una sola pregunta, la que tú quieras, con la certeza absoluta de que te sería respondida en el mismo momento, sin trucos ni nada a cambio. ¿Qué preguntarías?
¿Qué incógnita buscarías resolver? Talvez algo como, cómo te irá en el trabajo o si cambiarás de auto próximamente, si recibirás un aumento o una promoción o si te mudarás al extranjero. Quizá buscarías saber si ese alguien especial aún te quiere o lo ha dejado de hacer, o si alguien te quiere hacer daño o si la situación económica, social o laboral te será más favorable.

¿Por qué desperdiciamos esa oportunidad única con preguntas superficiales y “yoyistas” (como las llamo yo)?
¿Por qué perder el tiempo preguntando si nos irá mejor en la vida, en lugar de de hacernos entender a nosotros mismos que debemos disfrutar y agradecer de corazón (“El corazón también tiene neuronas” dijo René May en una conferencia que dio el día de ayer, sobre el don que tiene y comparte para ayudar a los demás), todo lo que hoy forma parte de nuestras vidas?
Comprender que hasta que no sepamos apreciar con sinceridad todas las bendiciones que la vida nos da, no estaremos listos para valorar aquellos cambios por los que queremos preguntar.

¿Por qué no entonces hace mejor uso de esa única oportunidad y preguntar como es que podemos ayudar a los demás? ¿Qué podemos hacer para impactar la vida de quienes nos rodean? ¿Qué podemos hacer para ayudar a que su día sea un poco o mucho mejor?

Quizá si aprendiéramos a hacer estas preguntas, descubriríamos que no necesitamos a alguien más con un don especial para darnos la respuesta. Y entenderíamos que a quien deberíamos preguntárselas es a aquel sujeto que vemos en el espejo todas las mañanas.

Yo ayer desperdicié mi pregunta única al hacer una tan mundana, lo que me consiguió una respuesta igual de ordinaria.
Hoy después de pasar el día entero y toda la tarde de ayer meditando al respecto, llegué a una gran (y por cierto, aliviadora) conclusión:

La respuesta que en realidad ayer buscaba, la obtuve hoy, y es la que acabo de compartir aquí.
Después de todo, en la mayoría de las ocasiones, del algún modo, las respuestas vienen ocultas ya dentro de las preguntas que hacemos, así que solo hay que saber que preguntar.

¿Alguna pregunta?

jueves, 1 de febrero de 2007

Amar lo que haces se nota.


El fin de semana pasado mi esposa y yo tuvimos una muy buena idea, aunque cuando la pensamos no tenía yo idea del impacto que tendría en mi día.

Fuimos a ver la puesta en escena de Victor Victoria con Daniela Romo y Mauricio Herrera.
La obra sensacional, la música realmente grandiosa y el elenco con una fenomenal actuación, pero debo decir con franqueza que no fue ninguno de estos elementos lo que me hizo disfrutar tanto el momento.

Lo que realmente me hizo gozar la obra, fue ver los gestos de alegría y satisfacción de cada uno de los actores. Como se notaba como estaban disfrutando tanto su actuación, y cuando uno hace lo que ama, pero sobre todo ama lo que hace, se nota.

Se nota y se contagia, y tu alegría se reparte por todos lados. Tu cuerpo, tu ser, vibra tan alto que tu felicidad embriaga a los demás, tanto que solo pueden ponerse de pié y aplaudir. Aplaudir y agradecer haberse contagiado de ti. Y todo porque amar lo que haces, se nota.

Nota importante.

Los comentarios, reflexiones y recomendaciones aquí plasmadas son mi opinión personal, y no necesariamente reflejan la opinión de mi empleador.