martes, 23 de enero de 2007

Empezando el año con saldo a favor. Tercera parte.

¡Que difícil decisión!

Tendríamos que cerrar la cafetería y absorber toda la deuda generada y acumulada durante meses, además de tragarnos con un nudo en la garganta toda la inversión, física y emocional que habíamos hecho.

Como se me vino el mundo encima una vez más.


Primero cerrar, tragarse el orgullo otra vez y pedir ayuda.
Ajustar gastos, dejar a un lado los gustos que nos dábamos, sacrificar viajes y compras. Un carro vendido, uno de dos que con tanto esfuerzo había comprado.
“¡Que castigo! ¡por qué otra vez!” Pensaba yo irracionalmente.

Y hoy comprendo que no se trataba de ningún castigo, sino de una gran lección para aprender a desprendernos de lo material, saber administrar nuestros gastos y no tomar nada, absolutamente nada como un hecho.

Entender que no se requiere de muchos bienes para vivir, pues el buen vivir no está en cuantas cosas y juguetes tienes, sino en cuanto disfrutas, gozas y aprecias la vida que hoy tienes; y en saber dar gracias de corazón por las cosas realmente importantes y que sí tienes en tu vida, como:
  • El amor incondicional de tu pareja y el amor que tú tienes por ella.
  • Una vida llena de salud y plenitud.
  • Una familia unida y sana.
  • Un hogar lleno de paz, luz, armonía, energía y felicidad.
  • Un trabajo digno y productivo con el cual ayudar a los demás.
  • A tus amigos cerca de ti.
  • Una vida llena de oportunidades y bendiciones.

Comprender que es aquí donde radica la verdadera abundancia y prosperidad y no en lo material.
Aprender a no depender de un bien material, y por el contrario, disfrutar de la libertad que no tenerlo te da.
Y una vez más comprobar que el balance siempre hay que crear, pues si bien no es indispensable tener algo, algún juguete material, tampoco es malo tenerlo si lo puedes honradamente adquirir, pero sobre todo si lo sabes tener sin que este te tenga a ti.

Y así llegaba el año a su final y ahora sí, todo parecía convertirse en tranquilidad. Los planes y las expectativas eran de por fin descansar, deudas saldar, premios por comprar y ¡viajes por realizar!
¿Y por qué no habría de ser así? Nos lo merecíamos después de todo.

Fue entonces cuando el golpe más fuerte del año llegó…

Continuará…

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Nota importante.

Los comentarios, reflexiones y recomendaciones aquí plasmadas son mi opinión personal, y no necesariamente reflejan la opinión de mi empleador.