7:00 am. Es una mañana soleada y fresca, el cielo despejado, nada de contaminación en el aire, los pájaros se pueden escuchar cantar desde la habitación del señor Alegre, quien está despertando después de disfrutar de 8 horas placentero e ininterrumpido sueño.
Mientras abre los ojos, entra su hermosa esposa con un vaso de su jugo favorito recién hecho. Ella le da los buenos días con una cálida sonrisa que sin hablar le dice cuanto lo quiere y lo abraza.
8:30 am. Sube a su auto último modelo y se dirige a su oficina por un camino arbolado, libre de tráfico, que lo lleva hasta su destino en tan solo 15 minutos. Entra a su oficina y toda la gente lo saluda sonriéndole amablemente y deseándole un buen día.
5:00 pm. El día ha sido muy productivo, el señor Alegre cerró 2 tratos multimillonarios con los que asegurará el éxito de su empresa para los siguientes 20 años, además durante la comida recibió un reconocimiento por su trayectoria como el CEO más joven de la industria.
Sube a su auto, lo enciende, el aire acondicionado automáticamente detecta la temperatura y la regula mientras que n la radio suena su canción favorita, el toma su teléfono celular para hablar a casa y decir que está en camino, aprieta la memoria automática y…el teléfono no marca la llamada, lo vuelve a intentar y el teléfono se apaga. “CARAJO TELEFONO DE &$%#$#( NADA FUNCIONA EN MI VIDA!!!” Exclama frustrado.
¿Por qué será que insistimos en buscar sobre qué quejarnos? ¿Por qué nos empeñamos en ver solo lo negativo en lugar de enfocarnos en todo lo bueno que tiene la vida? ¿Por qué queremos tener amarrados a nuestros tobillos ese grillete llamado autolastima?
Talvez la situación que relato suene un tanto exagerada, pero la verdad es que conozco muchos casos así, y la mayoría lamentablemente de gente muy cercana a mi.
Incluso, para serles muy sincero, yo mismo he estado en ese lugar, haciéndome de esa carga tan negativa e innecesaria. Pero como me encontraba tan envenenado de “Victimismo”, quiero decir de ese engañoso sentimiento de ser solo una víctima más de las circunstancias y tu entorno, no podía abrir los ojos y darme cuenta de que todo lo que tenía que hacer era tomar la responsabilidad de cambiar la forma en que veía las cosas para romper con el grillete y liberarme de ese bulto.
Vamos, estoy seguro de que ni yo, ni los casos cercanos que mencione, somos los únicos que hemos estado ahí. Y lo peor es que no se necesita estar viviendo una gran crisis personal como una enfermedad o la muerte de un ser muy querido para sentirse víctima; es más en la mayoría de las ocasiones nos sentimos, o mejor dicho queremos sentirnos así, por asuntos totalmente triviales.
¿O no? Hagan consciencia, sean honestos. ¿Cuántas veces, probablemente justo ahora, se han quejado por cosas tan banales como que su teléfono celular es viejo y malo porque no tiene MP3, o que su auto modelo 2005 ya es viejo pues ya no es “del año”, o que no pueden ir a comprarse la ropa de temporada al extranjero como lo hacen sus amigas o amigos?
¿Lo ven? Sin darnos cuenta caemos en un confuso abismo de emociones negativas que van colocando una enorme venda sobre nuestros ojos y colgándonos un flamante y brilloso letrero de “Víctima de mi mismo” al cuello.
Pero esto no tiene porque ser así. En realidad vencer al “victimismo” es más fácil de lo que imaginamos. No es que exista una formula mágica para hacerlo, pero aquí enlisto tres simples acciones que he aprendido y que me han ayudad a romper el grillete:
1- Ser RESPONSABLE de mi, de mis acciones y mis reacciones: Si bien no siempre uno tiene el control de su entorno y podemos enfrentarnos a situaciones más desfavorecedoras de lo que quisiéramos, sí podemos tener el control sobre nosotros mismos y decidir como queremos responder ante dicha situación. Pase lo que pase siempre tendremos el derecho de decidir como deseamos responder.
2- Ser AGRADECIDO de corazón: No importa lo mucho o poco que tengamos, siempre debemos estar conscientes de aquello que sí tenemos y dejar a un lado lo que no.
Agradecer enaltece nuestro espíritu e ilumina nuestros días, pues nos recordamos a nosotros mismos de todas aquellas cosas que forman nuestra verdadera fortuna: nuestra vida, nuestra salud, nuestra pareja y nuestra familia, los amigos, la armonía, el trabajo, la seguridad, paz y prosperidad.
Y al agradecer día a día que tenemos toda esta fortuna, reconocemos una vez más que la tenemos y al hacerlo seguimos llamándola y trayéndola todos los días a nuestra vida.
(Leer dos veces esta última frase, o más hasta entenderla).
3- DEJAR de COMPARARSE con los demás: Entender que no es necesario buscar ser mejor que el de al lado pues de ser así te mantendrías girando en 360° sin parar. Lo que sí es indispensable es buscar en todo momento seguir creciendo y mejorándonos a nosotros mismos.
Tres sencillos pasos que puestos en marcha les aseguro que les ayudarán.
Para mi … funcionan todos los días.
1 comentario:
Ser "victima" de nosotros mismos es mucho más fácil que no serlo, sería un buen reto tirar esa armadura y vivir sin su "protección".
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