He aquí una idea: Nunca una cuenta o un cliente se ha perdido por un gran problema o por una enorme falla, sino por la acumulación de pequeñas, a veces casi imperceptibles, malas experiencias que han tenido los clientes con nuestra empresa a lo largo de su historia con nosotros.
Así que, el gran problema por el que creemos que se está yendo nuestro cliente, es tan solo la gota que ha derramado el vaso.
En realidad, y estoy seguro de que muchos mercadólogos estarán de acuerdo con esto, si la relación que han tenido tus clientes con tu compañía ha sido buena, seguramente serán mucho más tolerantes y comprensivos ante cualquier problema mayor.
Por el otro lado, aún cuando tengas el mejor producto o servicio, es más, hasta el único; si el trato que has proporcionado a tus clientes no es el que ellos esperan (y créanmelo, todos esperan ser tratados como reyes), entonces seguramente ante el primer pretexto que se les de, abandonarán su empresa y prescindirán de sus servicios.
Sí, incluso si tienen el mejor de todos los productos.
No me mal entiendan por favor. No estoy tratando de decir que deberíamos cambiar por completo las políticas que las compañías tienen para establecer el nivel de atención e involucramiento que se debe tener con cada cliente de acuerdo a su nivel de inversión o rentabilidad. Aún cuando, en muchas ocasiones, no estoy de acuerdo con los criterios que se utilizan para definir estar políticas, definitivamente creo que estas sí son necesarias para poder manejar una operación rentable.
Sin embargo lo que sí sostengo, es que tratar y dirigirse a los clientes y prospectos con el mayor sentido de importancia, debería ser una política natural y permanente de cualquier empresa.
Después de todo, la gente hace negocio con las personas con las que les gusta tratar, no?
Así que, ¿qué tipo de experiencia le estás proveyendo tú a tus clientes?
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